El estudio del hábitat humano como sistema involucra a todas las acciones humanas que se desarrollan en un territorio. El hábitat como sistema de relaciones está definido por una triada conceptual básica: naturaleza – sociedad - habitante, cuyas relaciones determinan su estructura o espacialidad.
La espacialidad del sistema hábitat puede representarse mediante la coexistencia de tres espacios:
- El espacio social, como estructura soporte de las relaciones entre la naturaleza (natural y construida) y la sociedad.
- El espacio existencial o simbólico, como estructura soporte de las relaciones entre la naturaleza (natural y construida) y el habitante.
- El espacio ambiental, como estructura soporte de las relaciones entre la cultura (emergencia de la relación entre la sociedad y el habitante) y la naturaleza (natural y construida).
El preguntarse por el hábitat nos obliga a preguntarnos, también, por la relación. Y relación permite, en su concepto, la participación de más de un agente de reconocimiento. Ahora, no es definitivo que ése otro agente sea un ser humano. La idea de hábitat abarca la reciprocidad simultánea entre persona-edificio y persona-persona. En este caso empezaremos por hablar de la conexión con el edificio. Existen muchas ocasiones en las cuales a la idea que tenemos de lugar se interpone la necesidad de un reconocimiento imparcial del mismo. ¿Qué vamos a encontrar en él? Para el usuario para la persona que habita ese museo o esa biblioteca, posiblemente se remitirá a la simple función, elemento que, si bien es vital en cualquier obra arquitectónica, nos percata también de que el artificio no está siendo percibido en su esencia, sino más bien en su presencia. Por lo tanto, podríamos considerar que no sería habitado sino simplemente recorrido.
Respecto a la concepción del habitante, puede decirse que este se constituye en un individuo, cuyas acciones tienen gran importancia en la red de interacciones del sistema hábitat como productor de nuevos modos de vida que aboguen por un desarrollo sostenible y sustentable.
En relación al hábitat urbano, existen muchas contradicciones, considerando que en pro de un “desarrollo
urbano”, se pretenda domar la naturaleza
humana de conservación y de libre albedrío. El
éxito de cualquier arquitecto al realizar su obra es
siempre satisfacer al cliente y propiciarle muchos
-por que es imposible todos- de los elementos que
él requiere para su desempeño diario, sin olvidar,
en efecto, su propia firma, su entereza en realizar
una proyección individual, pero pensada en un
colectivo no imaginario sino real (segun Restrepo, 2000).
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